EL HOMBRE ESTÁ COMPUESTO
DE ESENCIA Y DE PERSONALIDAD
Por: Maurice Nicoll
Reseñaremos brevemente
lo que ahora comprendemos acerca de la esencia y la personalidad en esta etapa
de nuestro estudio del trabajo.
Primero se enseñó que el
hombre está compuesto de dos partes distintas llamadas esencia y personalidad.
Es, para así decirlo, el
primer gran misterio acerca del hombre (el segundo es el de estar dormido).
Luego decimos que el
hombre nace siendo solo esencia y no tiene personalidad.
En esta condición es
inofensivo como todas las cosas muy jóvenes.
La tercera es que la
esencia solo crece un poco y es rodeada por la personalidad.
Luego, la esencia y la
personalidad no están bajo el mismo número de leyes.
La esencia que se
manifiesta en el niño recién nacido está bajo 24 órdenes de leyes y la
personalidad que se manifiesta en el niño que está creciendo, está bajo 48
órdenes de leyes.
El hombre, por
consiguiente, tiene la posibilidad de dos vidas, una perteneciente a la esencia
y la otra a la personalidad.
La quinta cosa es que la
personalidad se vuelve activa y, en consecuencia, la esencia se vuelve pasiva.
La personalidad y su
vida dominan la esencia que permanece sin desarrollarse.
La sexta cosa es que el
objeto del trabajo consiste en invertir este estado en el hombre y hacer que la
esencia llegue a ser activa y la personalidad pasiva.
Cuando se ha alcanzado
este estado, la vida de la esencia domina la vida de la personalidad.
El hombre es entonces,
desde el punto de vista del trabajo, un hombre desarrollado o completo, lo cual
lo distingue del hombre subdesarrollado o incompleto.
La séptima cosa es que
la vida y el mundo actúan como fuerza neutralizante o tercera fuerza para
mantener a la personalidad activa y la esencia pasiva.
Solo cuando el trabajo
llega a ser una fuerza neutralizante tiene lugar la inversión y la esencia se
vuelve activa y la personalidad pasiva.
Contentémonos al
presente con estos siete puntos de enseñanza específicamente dados por el
trabajo en lo que respecta a la personalidad y la esencia, y prosigamos
comentando.
Para empezar me ocuparé
de las dos triadas mayores que son posibles en el hombre y que acabo de
mencionar.
Supongamos a un hombre
que posee en él la triada hecha por la personalidad como fuerza activa o
primera fuerza, la esencia como fuerza pasiva o segunda fuerza, y la vida como
fuerza neutralizante o tercera fuerza.
Esta es la gran
configuración.
O, para decirlo de otro
modo, esto determina su relación con la vida.
Esta configuración o
relación es necesaria e inevitable en el país llamado hombre civilizado de
occidente.
Nos sucede a todos
nosotros.
Supongamos ahora la
existencia de un hombre en quien la triada mayor está compuesta por la esencia
como fuerza activa o primera fuerza, la personalidad como fuerza pasiva o
segunda fuerza, y el trabajo como fuerza neutralizante o tercera fuerza.
Tal configuración o
relación no es necesaria para que un hombre ande por la vida y por cierto no es
inevitable.
No sucede.
No es llevada a cabo
mecánicamente.
Para lograrla son
necesarias al menos dos cosas.
La primera es encontrar
una enseñanza designada precisamente para llevamos a ese estado en el cual
existe una fuerza neutralizante.
La segunda es vivir esta
enseñanza en uno mismo y así hacer todo lo que enseña.
Tal enseñanza esta en
contra de la vida: porque la vida ha producido la primera triada y no puede
producir la segunda triada.
Es por eso por lo cual
se dice que el trabajo, no la vida, debe convertirse en fuerza neutralizante o
tercera fuerza para que tenga lugar la configuración de la segunda triada.
Observemos que es inútil
tratar meramente de cambiar la propia vida tomando una nueva profesión o
tocando el clavicordio o viviendo en otro país.
Todo esto es vida.
Esto se descubre mejor a
medida que uno despierta.
Impide los esfuerzos
equivocados o inútiles para evitar un verdadero esfuerzo.
El sabor interior, en
suma, se desarrolla.
Nuevamente, es inútil
renunciar meramente a salir, o a concurrir a teatros, o a leer novelas, o a
tocar el clavicordio, y así sucesivamente.
No —lo que es importante
es hacer lo que se hizo de manera distinta interiormente—, por ejemplo,
observar a qué se asemeja uno sin identificarse como antes se hacia, sin hacer
continuamente cargos contra los otros o volverse negativo o sentirse lleno de
resentimiento.
Con el tiempo el trabajo
interior llega a cambiar la triada-Vida.
Ahora bien, muchas veces
las gentes se refieren volublemente al trabajo diciendo que es una nueva fuerza
neutralizante, sin darse cuenta de lo que ello significa.
Ven el trabajo escrito
en el pizarrón y menean la cabeza.
Ese diagrama lo habían
visto antes.
Consideremos cuál puede
ser su significado y empecemos por considerar lo que no significa.
Si un hombre o una mujer
sigue viviendo, hablando, sintiendo, actuando y comportándose como siempre lo
hizo, aunque se le imparta la enseñanza del trabajo, la vida sigue siendo la
fuerza neutralizante y no el trabajo.
En realidad no lo
valoran y así no obedecen al trabajo.
Valoran y obedecen a la
vida.
Nada hay de reprensible
en esto.
¿Por qué no lo harán?
¿Por qué despojarse de
la ropa que cree cómoda, a cambio de una vaga promesa que se les dará nueva
ropa que les sentará mejor?
Es cierto que, al permanecer
apoyados en el amor de si, que es una característica necesaria de la triada de
vida, y por lo tanto siempre proclives a resentirse por todo y por todos,
experimentan a menudo tristeza o ira o infelicidad.
Pero no perciben que
esto es así porque llevan sin saberlo un cruel cilicio debajo de sus vestiduras
superficiales.
No pueden percibirlo
porque no valoran la observación de si y el cambio.
Todos los gigantes
familiares de vida que surgen del amor de si, los gigantes de orgullo, de
vanidad y de envidia, con sus innumerables sirvientes, los gigantes de los celos
y de poder y de codicia y de odio que mantienen la vida humana tal como es, lo
impedirán.
Tal es el poder de la
primera triada o triada-Vida.
Es algo que nosotros,
dormidos en el aparentemente suave capullo del amor de si, solo empezamos a ver
cuando nos movemos y comenzamos a despertar y a emerger de la ilusión de ser
libres, conscientes y capaces de decisión.
Les aconsejo que siempre
observen en ustedes mismos el amor de si y se den cuenta de lo que les hace,
sin sutilezas ni crudeza.
Estamos acribillados de
sus malas pasiones.
Que nadie me diga que
está libre de ellas o que no las conoce.
Esta es la voz del amor
de si que esta hablando.
Pero dejemos esta
cuestión y digamos unas palabras acerca de lo que significa el trabajo como
tercera fuerza y por qué existe la enseñanza esotérica o interior, tal como la
educación de vida, en vista de las dos partes distintas y discontinuas del
hombre —a saber, la personalidad y la esencia—.
La personalidad es
desarrollada por la vida y tiene que ser así.
Pero la vida no
desarrolla la esencia.
¿Por qué no?
Es esto sobre lo cuál
hay que enfocar la atención.
¿Por qué la vida no
habría de llevar la esencia a su pleno desarrollo?
¿Cómo ocurre que un
hombre en quien la vida ha desarrollado una plena personalidad no puede
proceder fácilmente a desarrollar plenamente su esencia?
De seguro, si la vida
pudo lograr lo primero, ¿no podrá lograr lo segundo con igual, facilidad?
En absoluto: la vida no
puede lograrlo.
La vida puede
suministrar el alimento para el desarrollo de la personalidad pero no el
alimento necesario para el desarrollo de la esencia.
El secreto finca en que
la personalidad y la esencia necesitan diferentes alimentos para su respectivo
desarrollo.
Necesitan diferentes
clases de verdad.
Por ejemplo, la
educación de la personalidad progresa por el conocimiento de las verdades de la
ciencia, pero la de la esencia no.
El conocimiento,
digamos, de los mercados mundiales y de la situación política desarrolla la personalidad,
pero la esencia no se desarrolla por conocer verdades de esa clase.
La esencia, antes de
manifestarse en un cuerpo humano, el cual deriva de sus padres en la tierra,
proviene de un nivel mucho más elevado que el mundo planetario que está bajo 24
órdenes de leyes.
Se dice que proviene
"de las estrellas".
Nuestro sol es una
estrella en nuestra galaxia llamada la vía láctea.
Que se diga que proviene
del nivel del sol o de las afueras del sistema solar no importa por el momento.
Lo interesante es que
tiene un origen muy elevado, en la escala vertical.
Por comparación, la personalidad
tiene un origen muy bajo, sean cuales fueren en el pasado nuestros ancestros
situados en el tiempo horizontal.
Ahora bien, la esencia
deja de crecer porque no obtiene de la vida un alimento apropiado que le
permita crecer.
Pero si un hombre, imbuido
de un conocimiento de este trabajo (cuyo origen deriva del círculo consciente
de la humanidad, que en los Evangelios se llama el Reino de los Cielos) empapa
continuamente su mente con sus verdades y las piensa y las repiensa y percibe
su profundidad y las reconoce y las aplica a sus estados interiores, entonces
la esencia empezará a crecer.
Le está dando el
alimento apropiado que el negocio de la vida no le suministra.
Sus energías cesarán de
fluir hacia lo bajo y a sus reacciones personales y empezaran a fluir hacia lo
alto, como el mítico Jordán, a otro nivel, donde esta la Esencia.
Porque la esencia y la
personalidad están en diferentes niveles.
Nosotros lo estamos
también.
Uno de esos niveles está
bajo menos leyes que el otro.
Esto significa que está
en un nivel más alto.
Sólo la clase de verdad
que el trabajo enseña desarrolla la esencia.
Si un hombre lo ama,
eventualmente lo va a querer, y si lo quiere lo hace.
Es este querer de la
verdad del trabajo lo que forma la nueva voluntad en el hombre —acerca de la
cual hemos hablado recientemente—.
Es este querer hacer la verdad
del trabajo lo que desarrolla la esencia.
Este es el alimento
apropiado, el cual ha bajado para ser recibido.
La Esencia es inmortal.
Cuando el cuerpo de carne
y sangre se deja a un lado retorna al lugar del cual vino, llevando lo que
había recibido.
Este querer del trabajo
no deriva de la voluntad de si, la cual proviene del amor de si.
La voluntad de la personalidad
ocupa el segundo lugar respecto a esta voluntad.
La voluntad de la personalidad
exterior obedece a la voluntad de la esencia interior.
Se contenta con decir:
"Hágase tu voluntad pero no la mía."
Habiendo hecho la personalidad
pasiva mediante una desarrollada esencia que se ha vuelto activa, por el poder
que se logra haciendo la verdad del trabajo, el cual es más fuerte que la vida,
el hombre ha alcanzado ahora el fin secreto y el significado oculto de su
creación.
Dejando de ser el
medio-hombre que la vida había hecho es ahora un hombre completo.
Maurice Nicoll


